Apunte del día.

Me he encontrado recientemente con escenarios de violencia de género en los que no existe una orden de alejamiento (aunque se haya solicitado) y la comunicación entre las partes se rige por el libre albedrío. El agresor, como tal, persiste en su línea de mensajes llenos de sarcasmo, ira y desprecio, lejos, muy lejos, de ser mensajes mínimamente aceptables y menos cordiales.

Me pregunto e incluso me atrevo a proponer, así en general y en voz alta, a juzgados, cuerpos de seguridad del Estado y Ministerio Fiscal si no sería óptimo que, en caos de violencia de género sin orden de alejamiento a la vista, se pudieran asignar, al menos, números de teléfono especiales de comunicación entre las partes y que dichas comunicaciones quedaran registradas por estas instituciones públicas. Como mínimo, a fin de disuadir al agresor en su continúo ataque emocional y moral. 

Aún nos queda mucho por mejorar.