Las consecuencias son inevitables… ya lo decía Bunbury. Tener relaciones (consentidas) es algo maravilloso por lo que se nutre nuestro cuerpo y alma. Pero no siempre ocurre como imaginamos.
Así me quedé tras la visita de la Sra.X, desconcertada y a la vez concentrada para ayudar a ponerle un poco de luz a la historia de amor – o desamor- de sus últimos dos años..
La Sra X conoce al Sr.Y y ocurre lo que conocemos como “hacer match”. Mantienen una relación estable de pareja durante un año y quedan embarazados, los dos, y digo los dos porque el bebé es de los dos. Nace el bebé la ilusión es máxima, el amor y la ternura que desprenden las fotografías de los tres es envidiable. El día D la pareja tiene hora para ir al registro civil a inscribir al bebé, pero el Sr. Y no se presenta. El Sr. Y desaparece del mapa, el Sr.Y desaparece de las fotografías, el Sr. Y desaparece de la vida del bebé, el Sr.Y desaparece de la vida de la Sra. X.
Y pasaron dos años de decepción, desasosiego, tristeza. Emociones que prolongadas en el tiempo desembocan en depresión.
El Sr. Y afirma que no es el progenitor del bebe, el Sr. Y no quiere saber nada del bebe.
La Sra. X decide asesorarse, ¿en qué? ¿Para qué? para defender los derechos que ostenta un hijo respecto de sus progenitores. Desconoce si puede hacerlo, cómo puede hacerlo, y sobre todo manifiesta que tiene miedo de que tras casi tres años de nula relación con su hija, el Sr.Y pueda aparecer cual progenitor cualquiera y reclamar una guarda y custodia, un régimen de visitas, unas vacaciones juntos, una celebración de cumpleaños ….
Así las cosas (la vida) primero presentaremos demanda de reconocimiento de filiación. Una vez establecida la filiación entre el Sr. Y y la menor, presentaremos demanda de retirada patria potestad. De tal manera que podremos reclamar una pensión de alimentos a favor de la menor sin que el padre Y pueda tomar ninguna decisión sobre la menor, estar en su compañía, tomar decisiones sobre su educación y formación, así como tampoco en el desarrollo integral de la misma tanto en el aspecto de su cuidado personal como en el ámbito patrimonial.
Las consecuencias de tener una hija son inevitables, las consecuencias de no asumir los derechos y obligaciones que tener una hija conlleva también son inevitables.